DIETA MEDITERRÁNEA Y OBESIDAD

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Un grupo de investigadores del Hospital Reina Sofía, el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic), la Universidad de Córdoba (UCO) y el Centro de Investigación Biomédica en Red, del Instituto de salud Carlos III, ha publicado un trabajo en la revista Journal Nutrition Biochemistry, denominado ‘The gut microbial community in metabolic syndrome patients is modified by diet’  que concluye que la dieta mediterránea puede resultar favorable para personas con problemas de obesidad gracias al aumento de bacterias beneficiosas que el consumo de los alimentos asociados a esta dieta produce en el intestino.

Es sabido que la flora bacteriana, también llamada “microbiota”, esta formada por multitud de especies de microorganismos, la mayoría de ellos beneficiosas para nuestro cuerpo. Y que con el paso del tiempo, y por diferentes causas, como dietas inadecuadas o consumo de diferentes fármacos, el número de estos microorganismos “amigos” va descendiendo.

Con este trabajo, los investigadores, han demostrado, que el consumo de dieta mediterránea a largo plazo, puede corregir la alteración de la flora intestinal al aumentar los microbios beneficiosos. Y esta modificación es útil para ayudar a reducir las complicaciones en aquellas personas que padecen “síndrome metabólico” (proceso que agrupa la mayoría de las alteraciones que favorecen el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en las personas obesas e incluye también los niveles bajos de colesterol bueno (HDL), la elevación de los triglicéridos, la hipertensión arterial y la diabetes tipo 2).
Para llegar a esta conclusión han realizado un estudio con un total de 239 pacientes con enfermedad coronaria. De ellos, 128 padecen síndrome metabólico mientras que el resto, no presenta dicha patología.

Durante dos años, ambos grupos se han sometido a dos dietas saludables. Por un lado, la mediterránea y, por otro, la recomendada por la Sociedad Americana de Cardiología y la mayoría de países anglosajones, que se diferencia de la primera por su menor contenido en grasa.

Después de 24 meses, las personas con síndrome metabólico que han seguido el modelo mediterráneo han mostrado un crecimiento de las bacterias beneficiosas y una reducción de las dañinas, situación que no se ha producido en los pacientes alimentados según el patrón anglosajón.

“En estos pacientes, el consumo de la dieta mediterránea restaura los niveles de microorganismos beneficiosos que se igualan a los de las personas que no padecen estas alteraciones metabólicas”.

 



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